Los antiguos egipcios tenían decenas de deidades y
guardianes protectores del "mundo invisible". Con el tiempo, la
civilización egipcia alcanzaría un nivel tal de politeísmo, que llegarían a
contarse entre ellos más de 750 dioses y otras fuerzas divinas que elevarían a
cantidades asombrosas tal proliferación de paganismo e idolatría. Cómo sabemos
estas deidades evocaban a los Ángeles rebeldes antediluvianos quienes actuaron
como dioses en contacto directo con los hombres.
Cuando el culto de Amón-Ra se había afianzado en el
Egipto tebano, y el sacerdocio de Amón empezaba a contar con gran influencia,
el nuevo monarca, Akhenaton, para sorpresa de todos, comienza una gran reforma
teológica en Egipto. Akhenaton constituiría, según algunos, el primer gran
intento por implantar una religión monoteísta en el Egipto infestado de dioses.
Sí, este rey comienza a borrar y a eliminar decenas de los grabados e imágenes
pertenecientes a muchas divinidades egipcias. Incluso suprimió el culto a
Amón-Ra, sosteniendo con las castas sacerdotales de Amón una gran lucha.
Finalmente venció, y borró el nombre de Amón de todos los templos y monumentos
egipcios. Akhenaton estrenó entonces al pueblo egipcio, una nueva revelación,
una nueva divinidad, llamada Atón. Esta "suprema revelación" sería el
único dios al que los egipcios deberían adorar.
Si este hombre con una perspicacia asombrosamente
clara y una resolución extraordinaria hubiera tenido la sagacidad política de
Moisés, habría cambiado toda la historia de la evolución de la religión y de la
revelación de la verdad en el mundo occidental. Durante su vida fue capaz de
refrenar las actividades de los sacerdotes, a los cuales desacreditó en general,
pero éstos mantuvieron sus cultos en secreto y se lanzaron a la acción en
cuanto el joven rey desapareció del poder; y no tardaron en relacionar todas
las dificultades posteriores de Egipto con el establecimiento del monoteísmo
durante su reinado.
Akenatón fue lo bastante sabio como para mantener
la adoración exterior de Atón, el dios Sol, mientras que condujo a sus
asociados a la adoración disfrazada del Dios único, el creador de Atón y el
Padre supremo de todos. Este joven rey-instructor fue un escritor prolífico,
siendo el autor de la exposición titulada «El Dios Único», un libro de treinta
y un capítulos que los sacerdotes destruyeron por completo cuando recuperaron
el poder. Akenatón escribió también ciento treinta y siete himnos, doce de los
cuales se conservan actualmente en el Libro de los Salmos del Antiguo
Testamento, atribuídos a autores hebreos.
La palabra suprema de la religión de Akenatón en la vida diaria era
«rectitud», y amplió rápidamente el concepto de la acción correcta hasta
abarcar tanto la ética internacional como la nacional. Ésta fue una generación
de una piedad personal asombrosa y estuvo caracterizada por la sincera
aspiración, entre los hombres y las mujeres más inteligentes, de encontrar a
Dios y conocerlo. En aquella época, la posición social o la riqueza no concedían
a ningún egipcio ninguna ventaja a los ojos de la ley. La vida familiar de
Egipto contribuyó mucho a conservar y aumentar la cultura moral, y sirvió
posteriormente de inspiración para la magnífica vida familiar de los judíos en
Palestina.
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